La energía nuclear es objetivamente peligrosa y así lo atestiguan los resultados de un gran número de accidentes en centrales de Japón, EE UU, Europa…, entre ellos los de la explosión del cuarto reactor de la planta de Chernóbil, con seis millones de afectados en Ucrania, Bielorrusia y Rusia.
No es limpia, porque aunque las centrales contribuyan a reducir las emisiones de dióxido de carbono, generan una gran cantidad de residuos radiactivos muy peligrosos y difíciles de gestionar, ya que no se pueden destruir ni reciclar y aunque existen métodos de almacenamiento seguros, no ofrecen las suficientes garantías dada la gran longevidad de estos desechos.
Es, en contra de lo que dice la propaganda del lobby nuclear, definitivamente cara, porque aunque sea rentable desde el punto de vista del combustible consumido respecto a la energía obtenida, no lo es una vez que incluimos en el precio final los gastos de gestión, transporte y almacenamiento de los residuos radiactivos y los costes de la construcción, mantenimiento y seguridad (son objeto potencial de ataques terroristas) de las plantas nucleares, teniendo en cuenta además que, por ejemplo en España, su vida útil se reduce a 40 años.
Se trata, a pesar de lo que suelen afirmar los dirigentes políticos de las zonas donde se pretende construir una central, la fuente de energía que menos empleo genera por unidad de energía producida y, al depender su producción del uranio, que es además un recurso limitado, origina, como los combustibles fósiles, dependencia de los países productores.
Puesto que muchas plantas se encuentran en zonas costeras, ¿porqué los que defienden esta alternativa no construyen sus casas de verano en el entorno de alguna central nuclear como argumento definitivo?