viernes, 18 de noviembre de 2011

Carta a Esperanza Aguirre

Cuando era pequeña, todos los veranos, en los alrededores de A Coruña, se vivía un curioso ritual en los recorridos que se preveía que“su excelencia el generalísimo” iba a realizar desde Meirás: se asfaltaban las carreteras, se obligaba a los vecinos a pintar sus fachadas y, lo más curioso, se pintaban de blanco los troncos de los árboles. Un año, por un precipitado cambio de planes tuvieron que traer obreros, maquinaria y pintores de todas partes que se pasaron toda una noche trabajando a destajo asfaltando y pintando árboles de blanco en el nuevo trayecto que iba a realizar al día siguiente el dictador.

Señora Aguirre: yo, profesora interina, en mi segundo año sin trabajo, con muchos compañeros en la misma situación, que veo a mis exalumnos sin orientadores, sin desdobles, sin…, cada vez que la escucho afirmar con rotundidad que en la Enseñanza Pública madrileña no ha habido recortes, y dando por supuesto que ni miente, ni es un caso extremado de cinismo, quiero creer que le están haciendo vivir una situación similar a la del “caudillo”; así que, por el bien de la Educación, le pido que despiste a sus colaboradores y antes de que le pinten los árboles, visite por sorpresa un centro público, hable con profesores y alumnos, vea las listas de interinos y opine entonces.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Un luthier no es un seguidor de Lutero

El título puede parecer un chiste malo para cualquier profesional, pero es una corrección que deben hacer habitualmente los profesores de Música de 2º de ESO en los exámenes de sus alumnos. Aclaraciones similares realiza a diario el propietario del nuevo negocio que ha abierto sus puertas en Lavapiés, Alfonso Madueño Brizuela, ya que el vocablo francés sobre la puerta: Luthier, no aclara demasiado sobre su profesión a la mayoría de los vecinos de la calle Cabestreros donde se asienta. De nada serviría que hubiese eliminado la “h” para adaptar la palabra a la grafía castellana como ha hecho la RAE; en España, pocos que no posean un instrumento de cuerda conocen el nombre del que los construye o repara.

Aunque en castellano existía para denominarlo el término “violero” (como existe “organero”, “guitarrero”, para los constructores de esos instrumentos) en el siglo XIX fue sustituido por el vocablo francés, que se impuso en nuestro país al igual que en todo el mundo occidental como prueba de que, en el campo de la música, la globalización es muy anterior a nuestra época. Actualmente algunos artesanos se reivindican como “violeros” para recalcar el carácter tradicional de su oficio, algo poco práctico a la hora de conseguir clientela, considerando la enorme cantidad de músicos extranjeros que llenan nuestras orquestas.

Defensor a ultranza de los oficios tradicionales, Madueño se resiste al uso de las nuevas tecnologías, de hecho no tiene ni siquiera página web, pero esto no es lo habitual. Otro luthier, Xoan Manuel Tubío, constructor de zanfoñas en Outeiro de Rei (Lugo) lo explica: “el proceso es completamente artesanal, pero el diseño de los planos lo hago con autocad y desde luego utilizo programas de ordenador para todo el proceso contable y administrativo y tengo mi página web como un escaparate para dar a conocer todo lo que hago fuera de Galicia, algo imprescindible en el mundo informatizado actual”. Pese a que algunos artesanos utilizan ya aparatos de corte láser o de control numérico, ambos se muestran contrarios a su uso y opinan que desvirtúan la sonoridad de los instrumentos.

El profesor de viola del Conservatorio profesional Joaquín Turina de esta capital, Ignacio González de la Cuesta, explica que la relación del músico con el luthier, además de como proveedor de instrumentos y asesor, es similar a la que tiene con su médico: “acudes a él cuando tienes problemas de cualquier tipo, desencoladuras, fisuras, en caso de accidentes…”. Y añade: “aunque no todos lo hacemos, es conveniente llevarles el instrumento una vez al año para hacer una limpieza a fondo que elimine toda la suciedad (los restos de la resina que utilizamos para el arco, huellas de dedos, humo del tabaco, etc). También para restaurar el desgaste en las zonas de mayor contacto con la mano y el cuello, como son el mástil y los aros, que debe hacerse antes de que desaparezca el barniz, ya que, en caso contrario, el sudor de la piel será absorbido por la madera dejando en ella una mancha muy difícil de eliminar”.

Y finaliza citando al grupo argentino Les Luthiers que han creado los instrumentos más imaginativos e hilarantes de la historia de la música, desde el latín o violín de lata, al nomeolbidet, pasando por el yerbomatófano d’amore, entre otros muchos.

jueves, 6 de octubre de 2011

LIBERTÉ, EGALITÉ, FRATERNITÉ (malgré Sarkozy) Traballo de Historia

La historia humana oscila como un péndulo: a la acción sigue siempre una reacción; todo avance va seguido de un retroceso; a una época de excesos sucede una de contención (y viceversa). A la solidez del Románico sigue la ligereza del Gótico, al que sucede el equilibrio del Renacimiento, sustituido por la teatralidad barroca, abolida por el orden del Clasicismo…

Ningún fenómeno surge de la nada, todos son fruto de un largo proceso que, en algunos casos, si el encargado de conducir la nave a puerto es un inepto, como ocurría en la Francia de finales del XVIII con el monarca que ostentaba el poder absoluto: Luis XVI, puede desembocar en una explosión sangrienta, tras la cual, todo vuelve a su cauce, con algunas concesiones acordes al espíritu de la época y un nuevo timonel dirigiendo la nave.

Con este largo preámbulo y con la necesaria acotación de que prácticamente cualquier comentario sobre la época va a referirse inevitable y exclusivamente a la mitad de la población, puesto que, a pesar de todos los ideales revolucionarios de libertad e igualdad, las mujeres van a continuar sin derechos hasta el siglo XX: de hecho, en el Código Napoleónico de 1804, base e inspiración de la mayoría de sistemas jurídicos europeos, no sólo se les siguió negando el derecho al voto, sino que se definía el hogar como “el ámbito exclusivo de la actividad femenina”. Con esta introducción, pues, no pretendo relativizar la importancia de la Revolución que transformó a Francia en una república y la dotó de un régimen semi-democrático, sino señalar que la “Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano” que ha servido de modelo para tantas constituciones y declaraciones posteriores no dejaba de ser una copia de la Declaración de Independencia de EEUU; que el modelo de otorgar el voto a los que pagaran impuestos, está más relacionado con el auge de la burguesía que con el ideario revolucionario; que las mejoras sociales van más unidas asimismo a la Revolución industrial que se estaba produciendo en Inglaterra; y que, aunque es verdad que el miedo a revoluciones semejantes obligó a otros monarcas a tomar medidas aperturistas, lo cierto es que las ideas de la Ilustración que se extendían por Europa, lo hubieran hecho igualmente.

Por tanto, y para finalizar, ¿qué aporta a nuestra época la Revolución francesa? Básicamente un ideal romántico, en el que, olvidado el horror de la guillotina (que fue por cierto, un invento humanitario para evitar dolor inútil a los reos), un mundo justo entone la Marsellesa, unido bajo la vieja trinidad de la libertad, igualdad y fraternidad; un ideal que el presidente francés parece haber olvidado.

viernes, 10 de junio de 2011

Sic semper tyrannis (traballo de Historia)

Sic Semper tyrannis, “así siempre a los tiranos” con esta frase con la que, supuestamente, Bruto increpó a su padre adoptivo, Julio César, mientras lo apuñalaba y el asesino de Lincoln a éste después de dispararle, ambos señalaban el trato que debía darse al tirano, es decir, al que, según el diccionario de la Real academia “obtiene contra derecho el gobierno de un Estado, especialmente si lo rige sin justicia y a medida de su voluntad”.

Grandes pensadores como Platón, San Isidoro de Sevilla o Santo Tomás de Aquino; cuerpos legislativos y declaraciones de derechos, como la Declaración de Independencia de los EE UU, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la Declaración Universal de Derechos Humanos o el Concilio Vaticano II han reconocido explícita o implícitamente el derecho de los pueblos a defenderse contra la tiranía y la injusticia, a rebelarse y resistir frente a gobernantes cuyo poder tuviera origen ilegítimo o que, habiendo tenido origen democrático, hubiera perdido su legitimidad por los abusos cometidos durante su ejercicio.

Pero este derecho, que amplía a la colectividad el derecho individual a la legítima defensa, se ve irónicamente sujeto a un requisito indispensable: conseguir derrocar al tirano. La diferencia entre un resultado u otro es abismal: pasar de la fosa común al panteón de hombres ilustres; del anonimato al callejero; del exilio y la muerte a los puestos de gobierno; de la calificación de terroristas y asesinos a la de mártires y luchadores por la libertad; de los tribunales penales a los de concesión de honores; del ostracismo al reconocimiento internacional…

La historia la escriben los vencedores y sólo a ellos se les reconoce, retroactivamente, el derecho a rebelarse contra sus dirigentes con o sin ayuda externa y se les exime de la necesidad de proporcionalidad y racionalidad en los medios empleados y de provocación previa suficiente.

¿El rostro del Che Guevara colgaría de tantas paredes o adornaría tantas camisetas si la revolución de los barbudos no hubiese conseguido salir de Sierra Maestra? ¿Si no hubiese vencido a la Guardia Nacional de Somoza, el Frente Sandinista sería una alternativa de poder o un grupo terrorista más? Y si en España los sublevados no hubiesen alcanzado sus objetivos contra el Gobierno legítimo de la República ¿habrían sido condenados por sedición y traición o se les habría reconocido el derecho a rebelarse contra un régimen que creían injusto?

Lo mismo podemos decir de las intervenciones de países extranjeros:

¿Qué habría pasado con el piloto del bombardero Enola Gay que dejó caer la primera bomba atómica sobre Hiroshima, con el presidente Truman que dio la orden de lanzarla y que también ordenó la segunda sobre Nagasaki dos días después de que Japón pidiese la negociación de un armisticio, con Churchill que ordenó los “ataques del terror” que hicieron desaparecer ciudades enteras de Alemania bombardeándolas con ingenios incendiarios, o con las tropas soviéticas que violaron a miles de mujeres alemanas y austriacas si hubiesen triunfado las fuerzas del Eje?

Si los aliados no hubiesen vencido ¿habría bastado como justificación en su “juicio de Nüremberg” correspondiente el derecho a defenderse de la invasión y de la persecución de sus ciudadanos? ¿Se hubiesen considerado proporcionados los medios, especialmente las bombas atómicas? ¿Cuáles hubiesen sido consideradas las provocaciones previas desencadenantes de la guerra: las invasiones alemanas o el Tratado de Versalles y las condiciones abusivas que imponía a Alemania?

El análisis de la historia no deja duda sobre la respuesta a estas preguntas: en una mayoría abrumadora de casos, el derecho y la diplomacia internacional justificarán y reconocerán al gobernante, al movimiento o al país que, al final del proceso, estén en el poder, por muy delictivo que haya sido o sea su comportamiento. Básicamente porque los tribunales internacionales no tienen capacidad para llevar a juicio ni para imponer un castigo a un Estado soberano, si éste no se lo permite.

Los dictadores, sea cual sea su forma de acceso al poder, tienden a eternizarse en él, siempre que sus pueblos no superen un límite de desesperación o alcancen un punto en el que ya no tengan nada que perder. Un alto porcentaje de la sociedad suele tener un nivel bajo de ideologización y es gente, como decía la canción “muy obediente… que sólo quiere vivir su vida… en paz”.

Ante la dicotomía “morir de pie” o “vivir de rodillas” que propuso Emiliano Zapata y popularizó la Pasionaria en la Guerra Civil española, la mayoría de la población de cualquier país, elegirá vivir de rodillas mientras tenga aseguradas mínimamente sus necesidades básicas alimenticias, laborales, de seguridad… Y por muy deleznable o injusto que pueda parecer el régimen en cuestión, nadie tiene derecho a exigir otro tipo de comportamiento aunque, por supuesto, sean más dignos de respeto y admiración los que día a día se juegan vida y libertad luchando por conseguir instaurar un régimen democrático.

En cuanto a la posibilidad de una intervención extranjera, sólo debería ser lícita si fuese solicitada por el pueblo sojuzgado, algo que, evidentemente, nunca ocurriría si éste apoyara la dictadura; con un control riguroso de la ONU y con la mínima injerencia posible. Tenemos demasiado presentes la criminal invasión de Irak, que con el supuesto objetivo de acabar con el tirano ha causado ya más de un millón de muertos; o los bombardeos de la OTAN en Yugoslavia, que provocaron la muerte o el exilio de cientos de miles de serbios, gitanos y personas de otros grupos étnicos y cuyos responsables directos o indirectos jamás se sentarán ante los jueces.

jueves, 26 de mayo de 2011

El movimiento 15 M (carta enviada a los periódicos)

Frente a la ilusión colectiva que produjo en una gran parte de la ciudadanía el estallido popular del 15 M, los que hoy pasan por Sol, tienen la impresión de que la acampada se ha convertido en un objetivo en sí mismo: los participantes parecen más ocupados en demostrar su capacidad de organización, de convivir pacíficamente, de organizar actividades culturales paralelas (todo muy loable, pero que ya habíamos visto que se podía hacer en La Tabacalera, la Escalera Karacola o el Festival de Ortigueira, por poner algún ejemplo) que en conseguir que los partidos en el poder (que por cierto, parecen no haberse dado cuenta de que miles de personas han estado paseándose por las calles de toda España protestando por su gestión) realicen algún cambio real en sus políticas.

El funcionamiento asambleario, sin jerarquías es complicado pero posible; pero lo que es absolutamente utópico es pretender tomar decisiones en un grupo tan heterogéneo por unanimidad o mayoría absoluta, o intentar perseguir un cambio radical en la sociedad sin ir fijando objetivos específicos por los que luchar.

lunes, 23 de mayo de 2011

¿Cómo ganar unas elecciones?

- Recaudación express estilo Gallardón para financiar la campaña (en abril, 6 multas de la policía municipal: dos por aparcar en plaza de minusválido, algo para lo que tengo placa; dos por entrar en zona de prioridad residencial, para lo que tengo autorización; y dos por circular a 74 por hora donde estaba señalizado a 70).

- Aparición masiva de los candidatos en los medios, el motivo es lo menos importante (condena por acoso sexual, el ex alcalde del PP de Ponferrada; procesos por corrupción en los casos Gurtel, Brugal, Palma Arena…, Camps y demás compañeros de partido).

- Aplicación literal de los principios de la propaganda de Goebbels, especialmente del que afirma que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.

- Recogida de los votantes en las zonas rurales con autobuses, taxis y coches particulares para trasladarlos a los lugares de votación, previa entrega del sobre cerrado y en algunos casos de un billete de curso legal.

- Cuando el candidato ya tiene cargo político, reparto en los mítines de subvenciones, fajo de billetes en mano (consultar con el señor Baltar, presidente de honor del PP y de la Diputación de Ourense).

Y una vez en el cargo: señora Aguirre, ya tiene cuatro años más para seguir desmantelando el sistema público de enseñanza y sanidad.

domingo, 8 de mayo de 2011

Los zurdos y las cuotas del señor Marías (Carta al dominical de El País)

Los invidentes, los tartamudos, los parapléjicos y los sordos, entre otros, tienen que sobrevivir en sociedades que no prevén sus carencias. Los zurdos también deben adaptarse a vivir en un mundo diseñado para diestros, pero al contrario que los demás, no son discriminados cuando buscan trabajo; nada les impide acceder incluso a presidir gobiernos, de hecho, como el mismo señor Marías señala en su escrito, cuatro de los siete últimos presidentes de Estados Unidos lo eran. Entre los “siniestros” encontramos a grandes deportistas, a científicos que de vez en cuando publican estudios sobre la mayor inteligencia y creatividad de este colectivo e incluso al autor del artículo que, aprovechando el (bien ganado) privilegio de su tribuna en el dominical, utiliza la excusa de la no tan silenciosa resignación de los zurdos, para lanzar una más de sus pullas contra las cuotas.

El señor Marías debería preguntarse cuántas mujeres hay en la Real Academia, cuántas en puestos directivos en la empresa privada o en la Universidad y el porqué de estas cifras. Si estadísticamente los coeficientes intelectuales y el nivel de formación de la población masculina y femenina son similares ¿no estaremos instalados en un sistema de cuotas encubierto, en el que los puestos directivos se conceden por el único mérito añadido de pertenecer al cupo masculino (zurdo o diestro), que en algunos casos ronda el 100%, independientemente de la mayor o menor capacidad del sujeto?